Pensando en T.
Cuando nos miramos en el espejo y estamos desnudos, generalmente nos planteamos cómo nos vemos y lo feos que estamos sin ropa... Pero siempre hay más.
Hagamos el ejercicio a la inversa. Imaginemos que un día nos levantamos y que nuestro cuerpo y nuestra mente van en sentido contrario y que lo que vemos en el espejo es, poco más o menos, que una pesadilla de esas que se ven tan graciosas en las películas.
¿Cuántos de nosotros damos gracias por tener un cuerpo que, socialmente, nos identifica con nuestra mente? Realmente pocos, porque tenemos la gran suerte de haber nacido así.
Cuando yo me miro al espejo doy gracias por tener un cuerpo que se corresponde con mi mente, sea más gordo o más flaco, más alto o más bajo, más bonito o más feo. Doy siempre gracias porque tengo el cuerpo que me corresponde.
Pero hay personas en este mundo que tienen una mente distinta al cuerpo y que, cuando se miran
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