En Fenicia, la tierra del Oeste.
Un labio partido;
En la parte norte,
De metales y conejos,
Una nueva tierra,
Desconocida que se oculta
En las proezas del héroe
Griego.
En sus hazañas y leyendas,
Se consolidan
La ayuda a la hija de Atlas,
Y de su sangre
Quienes reyes
Fueran legendarios
Hijo y nieto.
¡Nace Hispania!,
Majestuosa barrera
Que te dividía del mundo.
En poco tiempo,
Desnuda al hombre.
Un cáliz,
Que fue llenado,
De higos y manzanas.
Si a la Hispania,
Romanos, visigodos y musulmanes;
A la América:
Españoles, franceses e ingleses.
De la sangre derramada
De Uno,
La rosa pura que
Nos apacigua;
La madre tierra,
Que de maíz los hizo,
Y su hijo,
El lucero de la mañana.
Si con sintaxis,
Se divide a la gente;
Con la historia y el corazón,
Se une.
Todas nuestras raíces,
Latinas, ibéricas e hispánicas,
Se unen, se mezclan,
En la nueva humanidad,
La raza cósmica.
De las malas interpretaciones,
Sobre la muerte
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