Si a Patrick McCubbin le preguntas, dirá que no se acuerda. Si le dices "Oye, Pad, ¿qué pasó el día en que tu hermano se puso malo?" te dirá que fué hace mucho tiempo y que todo resulta muy borroso.
Estará mintiendo como un bellaco.
Todo comenzó con un peluche.
Él tiene trece años, y Liam dos y medio. Hace cuatro que está yendo al Draíochta y pasa en casa los fines de semana. Y al llegar aquel viernes descubre algo que no le gusta nada.
Su hermano se ha encaprichado con su osito. No es que le tuviera un especial cariño, es decir, estaba siempre allí, sobre el coj
Papá, ¿recuerdas mi infancia? No hace tantos años que marchó, no hace tanto que pasó.
¿Recuerdas aquellos sábados en la montaña? Cuando recorríamos en bicicleta sendas verdes y buscábamos piedras brillantes y plumas de águila.
¿Recuerdas cuando fuimos al estanque en primavera? Jugamos con los peces de colores y perseguimos mariposas por la hierba.
Y ¿recuerdas cuando encendíamos el fuego en invierno? Recogíamos madera de los campos de naranjos y cantábamos canciones que aún sigo cantando.
Ahora papá, después de tanto tiempo sin hablarnos, todos
Tenía algún tiempo dándole vueltas al asunto. Calculando las posibilidades y los riesgos. Varias mañanas, muchas mañanas de domingo, dedicadas integras a sacudirme la resaca y a planear el atentado. Siempre con una taza de café humeante y el infernal zumbido del tinnitus como acompañante.
Al principio fue por buscarme algo complicado y divertido en que pensar. Algo que me entretuviera en esos ratos en los que el dolor de oídos era lo suficiente hijo de puta como para impedirme escuchar música, silbar, beber cosas frías, encender la tele. Y ni pensar en tocar la batería.
Para matar
Estábamos frente a frente... podía ver su cara demacrada, las profundas sombras bajo sus ojos... las mismas de alguien que no ha logrado conciliar el sueño en mucho tiempo. Estaba ahí, examinándome con esa mirada vacía en la que no quedaba rastro de esa viveza que solía reflejar. Ahora parecía perdida entre la nada... Quise gritarle... mas solo logré pronunciar unas cuantas, casi inaudibles palabras...
-¿Quién eres?- dije casi en un susurro. Ella me miró, no dijo nada. Una extraña expresión de quien ha vivido mucho en muy poco tiempo cruzó su rostro, una tímida l
¿Qué haría si faltaran solamente 24 horas para que se acabe el mundo?...
Salta a la vista la bendita pregunta en el procesador de textos, subrayada, en negrita, tamaño 16. Son las tres de la mañana y después de tantas horas sin dormir el organismo poco se interesa en las horas, a menos, claro está, que sean las horas de una merecida cura de sueño.
¿Qué haría si faltaran solamente 24 horas para que se acabe el mundo?... no tengo ni la más remota idea. El mundo se viene acabando hace rato, así que no me extrañaría levantarme una tarde (mi ho